Buscando en el mapa nos hemos dejado llevar a una tierra encantada y de color esmeralda, con sabor atlántico y hermanada por el mar con la tierra de las «Irish reels» y de la cerveza Guinness.
Esta tierra es considerada por muchos «el fin del mundo» o así, al menos, han dejado constancia diferentes civilizaciones a lo largo de la historia. Una tierra que ofrece retiro espiritual y envuelve desde el primer momento al viajero con su encanto misterioso. Su costa escarpada hará volar la imaginación entre sus profundos recovecos que esconden trágicas historias marineras, protagonistas en las frías noches de invierno en las que las gentes del lugar salen a faenar. Paisajes que quitan la respiración desde sus imponentes laderas que recuerdan a dioses dormidos, entre las que fluyen armoniosos ríos y donde se cultivan algunos de los mejores vinos del país.
En el noroeste de España se encuentra Galicia, «donde la lluvia es arte y Dios se echó a descansar», como recuerda la célebre canción, «y apoyando su mano en la todavía fresca tierra arcillosa, hundió sus dedos y formó así las famosas Rías gallegas».
Su geografía guarda pequeños pueblos y aldeas caldeadas por el dulce querer de sus lugareños. Uno de visita obligada o así al menos cuenta la tradición, es San Andrés de Teixido en las Rías Altas, a dónde «vai de morto quen non foi de vivo».
Este pequeño pueblo asentado en Cedeira, provincia de A Coruña, refleja en los ojos de sus habitantes la magia de un santuario de peregrinación milenario, el más antiguo de Galicia. Si bien no se visita en vida, se hará una vez muerto, en espíritu, reencarnado en el cuerpo de un pequeño animal, generalmente reptil, o en forma herradura. Un viaje desde el más allá al interior de la tierra.
Y es que este enclave, ofrece una geología única en el mundo y, al igual que narra Julio Verne, en él se pueden apreciar formaciones del interior de la tierra, aunque en este caso a simple vista. La única playa de arena negra no volcánica del mundo, descansa con el rugir de las olas a los pies de los acantilados más altos de la Europa Continental, que custodian el preciado «percebe de Cedeira», para muchos el mejor del mundo y sin duda un exquisito manjar. Cedeira, una pequeña villa que abraza el mar en toda su extensión y respira aires atlánticos.
Los amantes del buen comer se verán en un compromiso amoroso con el arte culinario de la tierra de Breogán. La explosión de sabores con los productos frescos y de proximidad, combinados con la más exigente elaboración serán los encargados de guiar al paladar por la tradición gastronómica de Galicia. Una experiencia para el más voraz de los sentidos que como se suele decir en esta tierra, causará «morriña» o añoranza, una vez que se haya dicho adiós.
Y es que un sentimiento de afecto acompaña esta tierra de meigas. Un tesoro bañado con la frescura que debe de formar parte de uno en algún momento de su vida.
Viajar es sentir y observar. Sentir el calor de un nuevo lugar y de sus gentes; observar hacia dentro y hacia todo lo que nos rodea más allá de nosotros mismos.
Viajar es aprender y crecer con el mundo, intentando dejarlo siempre un poco mejor de lo que lo encontramos.
Viajar a Galicia es gritar a los cuatro vientos «Eu fun de vivo». Presumir de ir en vida y aún así querer volver de muerto.